Plantas, animales domésticos, marinos y humanos, suelos, aguas, objetos y otros seres de Puchuncaví viven envueltos en una atmósfera rara. Una atmósfera que, por lo demás, se puede sentir, como una presencia, un espectro, una condición químico-afectiva, somático-política.
Aquí escribí un poco sobre eso: